Domingo.
Y hace tiempo que el domingo
no es ya tu cuerpo breve, ni la tarde
perdido en sus contornos, naufragando.
Sé que todo está en calma, pasa el tiempo
y recobran orden nuestras vidas,
aunque recuerde hoy con algún daño:
-haber sido feliz exige un precio-.
¡Y estás tan lejos! Unas cuantas calles
que mi memoria traza nos separan.
Quizá un extraño intente sepultarme,
rencoroso, con una mano fuera,
pero esa saña suya lo traiciona,
pues vive en esta mano tu recuerdo,
tu alegría estruendosa que él no puede
ya gozar, el exacto movimiento
que hace tu nuca al descender las medias,
aquella concha escrita que proteges
y a sus ojos ocultas, aunque juntos
queméis otros vestigios de mi sombra.
Esta mano invisible se acerca,
cruzando calles, días y silencios,
roza tus labios y te obliga ahora
a rechazar la suya extrañamente,
sin que él lo comprenda.
Vicente Gallego
Ilustración: Alba Marina Rivera
