Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Jorge Luis Borges
El Paseo Amoroso. Alberto Durero
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domingo, 14 de febrero de 2021
viernes, 26 de abril de 2019
Los rinocerontes y el amor
Un rinoceronte enamorado es casi una tragedia. Nunca sabe qué hacer. Raspa, durante años, su lomo contra los robles más viejos. Con frecuencia se equivoca. Suspira demasiado, gruñe, espera que salga la luna y se empeña en demostrar que puede mojar con su lengua la punta de su cuerno.
Un rinoceronte enamorado es siempre un homenaje a la estupidez. Olvida su tamaño, su furia, su fuerza.
Y es capaz de repetir el tonto gesto de las serenatas, el suicidio de las simples margaritas. Pasa meses sentado frente a Hiroshima
mon amour, por supuesto.
Un rinoceronte enamorado no asusta a nadie. Tal vez por eso, siempre fracasa.
Alberto Barrera Tyzska
Ilustración: Alberto Durero
Un rinoceronte enamorado es siempre un homenaje a la estupidez. Olvida su tamaño, su furia, su fuerza.
Y es capaz de repetir el tonto gesto de las serenatas, el suicidio de las simples margaritas. Pasa meses sentado frente a Hiroshima
mon amour, por supuesto.
Un rinoceronte enamorado no asusta a nadie. Tal vez por eso, siempre fracasa.
Alberto Barrera Tyzska
Ilustración: Alberto Durero
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