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viernes, 17 de julio de 2015

Si yo muero

Si yo muero joven,
Sin poder publicar ningún libro,
Sin verle la cara a mis versos en letra impresa,
Pido que, si quisieran molestarse por mi causa,
Que no se molesten.
Si así se dio, así está bien.


Aun cuando mis versos nunca sean impresos
Ellos tendrán su belleza, si fuesen bellos.
Pero ellos no pueden ser bellos y quedarse sin imprimir,
Porque las raíces pueden estar debajo de la tierra
Pero las flores florecen al aire libre y a la vista.
Tiene que ser así a la fuerza. Nada lo puede impedir.

Si yo muero muy joven, oigan esto:
Nunca fui sino un niño que jugaba.
Fui muchedumbre como el sol y el agua,
De una religión universal que sólo los hombres no tienen.
Fui feliz porque no pedí cosa alguna,
Ni intenté encontrar nada,
Ni encontré que hubiese más explicación
Que la palabra explicación no tiene ningún sentido.
No deseé sino estar al sol o bajo la lluvia: Al sol cuando había sol
Y bajo la lluvia cuando estaba lloviendo
(Y nunca otra cosa),
Sentir calor y frío y viento,
Y no ir más lejos.

Una vez amé, creí que me amarían,
Pero no fui amado.
No fui amado por esta única gran razón
Porque no tenía que ser.

Me consolé volviendo al sol y a la lluvia,
Y sentándome otra vez en la puerta de casa.
Los campos, a final, no son tan verdes para los que son amados
Como para los que no lo son..
Sentir es estar distraído.

Fernando Pessoa (Alberto Caeiro)

Ilustración: Antonio Javier Caparo

lunes, 2 de diciembre de 2013

Razón de Lágrimas


La noche por ser triste carece de fronteras.
Su sombra en rebelión como la espuma,
rompe los muros débiles
avergonzados de blancura;
noche que no puede ser otra cosa sino noche.

Acaso los amantes acuchillan estrellas,
acaso la aventura apague una tristeza.
Mas tú, noche, impulsada por deseos
hasta la palidez del agua,
aguardas siempre en pie quién sabe a cuáles ruiseñores.

Más allá se estremecen los abismos
poblados de serpientes entre pluma,
cabecera de enfermos
no mirando otra cosa que la noche
mientras cierran el aire entre los labios.

La noche, la noche deslumbrante,
que junto a las esquinas retuerce sus caderas,
aguardando, quién sabe,
como yo, como todos.

Luis Cernuda


Ilustración: Antonio Javier Caparo