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martes, 18 de septiembre de 2018

Proposición de la boa

No comas nunca nada
que no seas capaz de digerir,
que no seas capaz de vomitar.


Rosario Castellanos
Ilustración: Paula Bonet





sábado, 14 de abril de 2018

XI Sonetos-Irrealidades


quizá no sea siempre así: y digo
que si tus labios, que he amado, tocasen
los de otra, y tus fuertes queridos dedos se apoderasen
de su corazón, como del mío no hace mucho;
si tu dulce cabello descansase sobre otro rostro
en medio de un silencio como el que yo conozco, o
unas palabras grandes y retorcidas, como las pronunciadas con énfasis,
se alzasen indefensas ante el espíritu acosado;

si esto ocurriese, digo que si esto ocurriese--
tú, corazón mío, envíame un pequeño mensaje:
para que pueda acercarme a ella, cogiendo sus manos,
le diga, Acepta de mi toda la felicidad.
Entonces volveré la cabeza y escucharé a un pájaro
cantar terriblemente lejos en las tierras perdidas.

e.e. cummings
Ilustración: Paula Bonet

lunes, 17 de octubre de 2016

La Melancolía

El hombre coge en sueños la mano que le tiende
un ángel, casi un ángel. Toca su carne fría,
y hasta el fondo del alma. de rodillas, desciende.
El él. Es el que espera llevarnos cada día.

Es el dulce fantasma del corazón, el duende
de nuestras pobres almas, es la melancolía.
¡Es el son de los bosques donde el viento se extiende
hablándonos lo mismo que Dios nos hablaría!

Un ángel, casi un ángel. En nuestro pecho reza,
en nuestros ojos mira y en nuestra mano toca;
y todo es como niebla de una leve tristeza,

y todo es como un beso cerca de nuestra boca,
y todo es como un ángel cansado de belleza,
¡que lleva a sus espaldas este peso de roca!

Leopoldo Panero

Ilustración: Paula Bonet

sábado, 4 de junio de 2016

Algunos martes


No se comienza el día llorando.
No se llora en público.
No se llora a primera hora de la mañana.
No se llora en la sala de espera del médico.

Un martes no se llega a la oficina con un océano en los ojos
      y un bicho en la garganta.
No se llora en en el trabajo.
No se llora sin ruido como no se ríe en silencio.
No se sueña sin sueño.

A las once de la mañana no se duda si derramarse o vomitar.
No se teme a la tenaza que abraza el corazón.
No va a apretar aún más fuerte.
Una no se desmaya en el baño del trabajo.

A la doce y media no duele el abismo ni la distancia.
No se levantan muros sobre la existencia a la hora del vermut.
No se respiran vértigos.
No se nublan horizontes. No se acotan infinitos.
No se anegan futuros ni se nieblan pasados.

El metro a las tres ruge y aplasta.
No se llora sobre cientos de miradas que aletean curiosas.
Hay que secar los ojos del transporte público.
Ser invisible es un don. Los dones no se pierden.

Se puede llorar a tumba abierta al llegar a casa
      mientras se siente el alivio al descalzarse el mundo.
Se puede llorar a gritos, a espasmos, a ríos, a mares, a charcos, a nubes.
Se descarga a pantanos, galernas, rocíos, cielos y brumas.
Se disuelve la pena negra en el hogar naranja.

Se quieren llorar ausencias. Se quieren llorar presencias.
Llorar de menos. Llorar de más. 
Llorar ternuras y arañazos.
Se podría llorar si no se hubiera un océano
      derramado gota a gota a lo ancho del día.
Y esto no es una catástrofe.
C.

Ilustración: Paula Bonet