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sábado, 23 de febrero de 2019

Nada más

Con esta moneda
me voy a comprar
un ramo de cielo
y un metro de mar,
un pico de estrella,
un sol de verdad,
un kilo de viento,
y nada más.


María Elena Walsh
Ilustración: Amanda Cass

lunes, 30 de enero de 2017

Presagios

Te respiro.
Te sosiego fuera de mí.
Te aturdo al alcance
de la luz fraternal.
Te bebo
hasta las heces del desastre.

El cielo me clava una estrella vagabunda
en el pecho. Veo el viento
como testigo, la noche imponente
que se entretuvo
en un dédalo de robles,
la distancia.

Te acoso
hasta el filo de la pesadumbre.
Te dreno.
Te desafío,
te consagro
a nada y
a nadie,

me vuelvo
tu sucesor ineludible,
tu heredero más feroz.

Paul Auster

Ilustración: Amanda Cass

jueves, 15 de octubre de 2015

Alegra, corazón, esta tristeza

Alegra, corazón, esta tristeza,
alza tu soledad, vuelve a la altura;
puede caer toda la arquitectura,
su destrucción seria otra belleza.

Cómo se mantendrá tu fortaleza
si no ahogas a tiempo la amargura
permitiendo que salve la locura
lo que ha perdido el mundo: la rareza.

¿No es tu realidad fantasía?
¿Libre hay en ella un cántico, un latido?
¡Vívela! o nunca te hallarás despierto.

Abraza la visión de la alegría
antes de que el fulgor se haya perdido:
suéñate, corazón, en el desierto.

Jesús Lizano. Sonetos. 115

Ilustración: Amanda Cass

miércoles, 14 de octubre de 2015

Duermes

Duermes. Mi mano toca sueño. Duermes.
Gozo de tu inocencia confiada,
de tu implícita forma en esa noche
que hace tan suya con amor la mano.

Te siento dormir sin verte,
serenísima, sagrada,
nunca imagen de la muerte,
y oponiéndote a la nada
triunfar como piedra inerte.

La delicada masa de tu sueño
se espesa junto a mí, sin paz nocturna,
que así convive con la invulnerable,
cuyo retorno al despertar es siempre
la súbita inmersión en nuestra dicha.

Sumido en un calor de dos, el sueño
relaja su clausura, casi abierta
dulcemente hacia el día aún isleño.
Calor, amor.
La historia tras la puerta.

Jorge Guillén

Ilustración: Amanda Cass

viernes, 15 de mayo de 2015

Fuegos

Lo mismo ocurre con un perro, con una pantera o con una cigarra. Leda decía: “Ya no soy libre para suicidarme desde que me he comprado un cisne”.

La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen,
pero pocos hombres mueren.

No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación. Creo que voy a ponerme a construir.

Que no se acuse a nadie de mi vida.
No soporté bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.

Existe un plan general para el universo. Sólo salimos en los momentos sublimes.

En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.
Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.

Marguerite Yourcenar

Ilustración: Amanda Cass -Caught in a dream

miércoles, 25 de marzo de 2015

Pequeños poemas en prosa (fragmento)

-Dime, hombre, enigmático, ¿a quién amas tú más? ¿A tu padre, a tu madre, a tu hermana, a tu hermano?
-Yo no tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
-¿A tus amigos?
-Os servís de una palabra cuyo sentido desconozco hasta hoy.
-¿A tu patria?
-Ignoro bajo qué latitud está situada.
-¿La belleza?
-De buena gana la amaría, diosa e inmortal.
-¿El oro?
-Lo odio, como vosotros odiáis a Dios.
-¿Pues qué es lo que amas, extraordinario extranjero?
-¡Amo las nubes... las nubes que pasan... allá lejos... las maravillosas nubes!


Charles Baudelaire

Ilustración: Amanda Cass

lunes, 12 de enero de 2015

Nueva teoría sobre el Big Bang

El Big Bang fue el orgasmo primigenio:
Orgasmo de los Dioses amándose en la nada.

Cada vez que te amo repito la génesis universal
protones y neutrones, neutrinos y fotones
saltan de mi encendidos a crear nuevos mundos
centellas y meteoros se cruzan con mis gritos
te amo mientras mis pulmones crean la Vía Láctea de nuevo
y el sol vuelve a nacer redondo y amarillo de mi boca
la luna se me suelta de los dedos
Marte, Plutón, Neptuno, Venus, Saturno y sus anillos
las novas, súper novas, los agujeros negros
anillos concéntricos de galaxias innombrables
se desgajan de mis contorsiones.


Soy Gaia, soy todas las Diosas explotando.

Entre luz de centellas tu planeta de fuego
prende mis luces todas
brotan mundos cometas meteoros se hacen trizas
lluvias de estrellas danzan en el arco del éter
nace por fin la tierra sus edades de magma y cataclismos
la primera partícula de vida moviéndose en la hierba
su cilicio
y luego es el silencio
velocidad de materia que se dispersa en círculos
tus soles y mis soles se asientan en su espacio
es el frío la grandeza del tiempo
la eternidad el azul y el rojo
los sonidos, la estática
el amor insondable tu amor tierno tus manos en mi frente
las campanas a lo lejos bing bang bing bang bing bang
bing bang

Big Bang.

Gioconda Belli


Ilustración: Amanda Cass

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Historia sentimental

Al final nos veíamos cada vez más seguido.

Yo estaba a un lado de la hora
al otro lado estabas tú
como las dos asas de un ánfora.

Sólo las palabras volaban entre nosotros,
adelante y atrás. 


Su torbellino podía casi percibirse,
y de pronto,
yo doblaba una pierna,
y el codo lo plantaba en la tierra,
sólo para mirar la hierba inclinada
por la caída de una palabra
como bajo la pata de un león corriendo. 


Las palabras giraban, giraban entre nosotros,
adelante y atrás,
y a medida que te amaba más, más
repetía, en un torbellino casi visible
la estructura de la materia, desde el comienzo.


Nichita Stănescu

Ilustración: Amanda Cass

viernes, 12 de diciembre de 2014

Soledades

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve
presoledad

después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad
ya se que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo
sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en es sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo
los datos objetivos son como sigue
hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos
claro que la soledad no viene sola
si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se vera un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente
después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad
conforme
pero
que vendrá después
de la soledad
a veces no me siento
tan solo
si imagino
mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después
de la soledad.

Mario Benedetti


Ilustración: Amanda Cass

viernes, 26 de septiembre de 2014

Altazor o el Viaje en Paracaídas. Poema de VII Cantos (1919). Prefacio

Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
Amo la noche, sombrero de todos los días.
La noche, la noche del día, del día al día siguiente.
Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.
Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.
Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.
Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas.
Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo.
«Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano.
»Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales.
»Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible.
»Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano.
»Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía).
»Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca.
»Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador.»
Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.
Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.
Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.
Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:
«Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
»Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
»Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.
»Un poema es una cosa que será.
»Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
»Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
»Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.
»Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»
Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.
Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.
Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:
»Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?
»Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.
»Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.
»Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.
»Digo siempre adiós, y me quedo.
»Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.
»Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.
»Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.
»Ámame.»
Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas.
Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.
Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.
Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.
Ah, qué hermoso..., qué hermoso.
Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.
Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.
Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.
De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.
Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.
La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.
Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.
Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.
Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.
Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.
Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.
Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.
El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.
Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.
Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.
El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.
Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.
Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.
Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.
Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.
Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia.
La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.
Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.
Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.
Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo.
Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.
¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.
Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.
Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
¿Qué esperas?
Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.


Vicente Huidobro

Ilustración: Amanda Cass

domingo, 7 de septiembre de 2014

En ti me quedo

De vuelta de una gloria inexistente,
después de haber avanzado un paso hacia ella,
retrocedo a velocidad indecible,
alegre casi como quien dobla la esquina de la
calle donde hay una reyerta,
llorando avergonzado como el adolescente
hijo de viuda sexagenaria y pobre
expulsado de la escuela vespertina en la que era becario.
Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.

La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.

La esperanza es el quicio de una puerta
de la casa que fue desarraigada
de sus cimientos por los huracanes:
quicio-resquicio por donde entro y salgo
cuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),
del tampoco (me escuchas) al también (yo me callo),
del todo (me hace daño) al nada (me lastima).

No importa, sin embargo.

Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente
la distancia que separa Tokio de Copenhague,
pero con más rapidez todavía
me desplazo yo a un punto situado a diez centímetros
de mí mismo,
de prisa,
muy de prisa,
en un abrir y cerrar de ojos,
en sólo una diezmilésima de segundo,
lo cual supone una velocidad media de setenta kilómetros a la hora,
que me permite,
si mis cálculos son correctos,
estar en este instante aquí,
después mucho más lejos,
mañana en un lugar sito a casi mil millas,
dentro de una semana en cualquier parte
de la esfera terrestre,
por alejada que os parezca ahora.
Consciente de esa circunstancia,
en muchas ocasiones emprendo largos viajes;
pero apenas me desplazo unos milímetros
hacia los destinos más remotos,
la nostalgia me muerde las entrañas,
y regreso a mi posición primera
alegre y triste a un tiempo
-como dije al principio:
alegre,
porque sé que tú eres mi patria,
amor mío;
y triste,
porque toda patria, para los que la amamos,
- de acuerdo con mi personal experiencia de la patria-
tiene también bastante de presidio.

Así,
en ti me quedo,
paseo largamente tus piernas y tus brazos,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.

Ángel González


Ilustración: Amanda Cass

martes, 29 de julio de 2014

Una mujer kilimanjara

Sé muy bien que mi historia
……….es la historia del niño que miraba tanto al cielo
……….que al final se le puso cara de nube,
y que la mujer que me ame
……….deberá martillar mil veces en el vacío
……….para acertar una sola vez en mi clavo,
pero dejadme pedir este mi quiero,
perdón por la tontería,
una mujer es mi requiero, mujer con grapa o tridente
……….o blanco mogadiscio.

Una mujer con faros antiniebla. Quiero.
Una mujer que me sonría cuando descubra el cofre vacío
……….de mi tesoro.
Una mujer soleada y sin airbag para besarla transparente
……….en los extrarradios.
Una mujer con el alma impura y la piel impura y la cabeza
……….llena de calcetines sucios.
Una mujer para decirte, Sofía (si te llamaras Sofía),
solo soy una nuez, pero si te atreves a partir esta nuez
hallarás dentro galeones y grúas y muchos elefantes.

Juntos patentaremos una nueva versión de lluvia.
Crearemos las pilas eternas para los Amores
……….Descomunales.
Tendremos un hijo lunático y ajedrecista que fabricará bolas
……….de palabras y destruirá el Bank of America.
Seremos como tenistas comiendo melón en el cine,
……….y la gente nos señalará indignada:
“Mirad a esos, no hay derecho, ¡se están amando
……….en pleno miércoles!”.

Perdón por la tontería,
pero no quiero mujeres que me nieguen el chocolate
……….de estrellas,
o mujeres que minen el suelo con bolas de cicuta
……….para que los koalas alegres de Lucifer
……….no se atrevan a revolcarse.
No quiero mujeres que respeten la apertura de sonrisa
……….fijada por el gobierno,
o mujeres con paraguas que parezcan paraguas
……….que llevan mujeres.

Una mujer con pulgones. Quiero.
Una mujer con erratas de luna para amarla en picado a pesar
……….de sus virtudes.
Una mujer para plancharle las mejillas sobre latas de cerveza
……….y dejárselas llenas de colas de lagarto.
Una mujer cuyas pisadas no dejen huellas en la nieve,
……….solo en los tétanos de mi corazón silvestre.
Una mujer para decirte, Paula, (si te llamaras Paula),
los fracasos que conoces son meras uñas de ratones:
los que yo te enseñaré serán leones enteros.

Juntos robaremos a mano desarmada una violeta salvaje y la
……….llevaremos en la boca con la divisa
……….AMARNOS SIN DEBERNOS.
Criaremos caballos musicales cuyo galope sincronizado
……….será el nuevo rock de Occidente.
Crearemos una nueva receta de beso con más de veinte
……….ingredientes distintos, y la gente dirá:
“¿Una receta mágica de beso? ¿Pero qué
……….sentido…?”.

Perdón por la tontería,
pero no quiero mujeres tan rectas que pongan comida
……….matadelfines en los desagües,
o tan serias que necesite comprarme una pértiga para saltar
……….la valla de sus cejas.
No quiero mujeres que no coman aceitunas por si el cáncer
……….de mama,
o no vean baloncesto por si la prórroga, o no beban cerveza
……….por si el embarazo.

Una mujer con algo de anaconda. Quiero.
Una mujer como un descampado para manosearla sobre
……….paisajes de Chagall tigreados.
Una mujer que no sea túnel sino puente, que no sea cebolla
……….sino naranja, que no sea triste y versitriste
……….sino alegrista y en parapente.
Una mujer tan kilimanjara que necesite dos sherpas y un
……….vaso de whisky para llegar del bajo de su carne
……….a la cima con puma de su alma.
Una mujer para decirte, Raquel (si te llamaras Raquel),
si escribo versos es porque no sé escribir aviones:
mis poemas son mi pequeña forma de acariciarte.

Sólo he vivido en dos lugares de este mundo
y fue en las bocas de las dos mujeres que amé.
A las dos quise por su exceso de cilindrada
y las dos me quisieron por mi falta de simetría.
Una mujer. Quiero.
Color de viento. Quiero.
Que suene a limones.

En las sábanas del futuro.

(Perdón por la tontería).

Batania/Neorrabioso


Ilustración: Amanda Cass

Como si fuéramos inmortales

Todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final
sin embargo hay que vivir como si fuéramos inmortales
sabemos que los caballos y los perros tienen las patas sobre la tierra
pero no es descartable que en una nochebuena se lancen a volar

sabemos que en una esquina no rosada aguarda el ultimátum de la envidia
pero en definitiva será el tiempo el que diga dónde es dónde y quién es quién

sabemos que tras cada victoria el enemigo regresa buscando más triunfos
y que volveremos a ser inexorablemente derrotados vale decir que venceremos

sabemos que el odio viene lleno de imposturas
pero que las va a perder antes del diluvio o después del carnaval
sabemos que el hambre está desnuda desde hace siglos
pero también que los saciados responderán por los hambrientos

sabemos que la melancolía es un resplandor y sólo eso
pero a los melancólicos nadie les quita lo bailado
sabemos que los bondadosos instalan cerrojos de seguridad
pero la bondad suele escaparse por los tejados
sabemos que los decididores deciden como locos o miserables
y que mañana o pasado alguien decidirá que no decidan

sintetizando / todos sabemos que nada ni nadie habrá de ahorrarnos el final
pero así y todo hay que vivir como si fuéramos inmortales

Mario Benedetti


Ilustración: Amanda Cass

sábado, 12 de julio de 2014

Itaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
no temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.

Konstantino Kavafis


Ilustración: Amanda Cass

domingo, 30 de marzo de 2014

Debe usted saberlo

Debe usted saberlo
yo nací lejos del umbral
desconozco, así, su gesto
el canto sereno
con el que otros hablan
las grandes palabras
que a una se le ahuecan
como pájaros mojados
en la boca

durante años he visto hombres
que manejaban con premura el diccionario
y conocían el sentido exacto
de la palabra culpa

y les bastaba

pero a mí, que el vocablo se me enquista
y me cava el pecho como un descendimiento
todo me parece un vagar empedernido
por el líquido articular del dígase amor propio
dígase egoísmo
dígase umbral eterno entre las cosas.

Yo sólo busco callar el bisbiseo
alcanzar la paz de lo rotundo
hacer callar
al maldito perro
de la indefinición.

Y todo porque
tener un cuerpo limpio
requiere hacer hogar de la virtud
y no morar la periferia

y de ahí este
quemar con pavor los diccionarios
y exigir conocer, no ya el sentido:
el intervalo la linde
la fina línea que separa
pongamos el amor del egoísmo
y su oscura simetría.

Mi congoja no es más que una forma cauta de certeza.

Bárbara Butragueño


Ilustración: Amanda Cass