les selves inomables, la lluz de los desiertos,
los templos y el rostru de la diosa. Pa ellos
rascacielos y ciudaes, palacios del suañu
contra'l tiempu, la sorrisa de Buda, les torres
de Babel, los acueductos, la industria incesante
del home y los sos afanes.
A min dexáime la solombra difusa del carbayu,
la lluz dalgunos díes de seronda, la música callada
de la nieve, el so cayer incesante na memoria,
dexáime les zreces na boca cuando nena, la voz
de los amigos, la voz del ríu y esta casa, dalgunos llibros,
pocos, la mio mano dibuxando, a modo, la curvatura
perfecta del to llombu.
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PARA OTROS
Para otros la aventura, los viajes, la anchura
del océano, Roma ardiendo y las pirámides,
las selvas innombrables, la luz de los desiertos,
los templos y el rostro de la diosa. Para ellos
rascacielos y ciudades, palacios del sueño
contra el tiempo, la sonrisa de Buda, las torres
de Babel, los acueductos, la industria incesante
del hombre y sus afanes.
A mí dejadme la sombra difusa del castaño,
la luz algunos días del otoño, la música callada
de la nieve, su caer incesante en la memoria,
dejadme las cerezas en la boca cuando niña, la voz
de los amigos, la voz del río y esta casa, de algunos libros,
pocos, mi mano dibujando, lentamente, la curvatura
perfecta de tu espalda.
Berta Piñán.

Imagen: Marta Orlowska








