Mostrando entradas con la etiqueta Duy Huynh. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Duy Huynh. Mostrar todas las entradas

domingo, 20 de noviembre de 2016

Cuarto de Hotel

I
A la luz cenicienta del recuerdo
que quiere redimir lo ya vivido
arde el ayer fantasma. ¿Yo soy ese
que baila al pie del árbol y delira
con nubes que son cuerpos que son olas,
con cuerpos que son nubes que son playas?
¿Soy el que toca el agua y canta el agua,
la nube y vuela, el árbol y echa hojas,
un cuerpo y se despierta y le contesta?
Arde el tiempo fantasma:
arde el ayer, el hoy se quema y el mañana.
Todo lo que soñé dura un minuto
y es un minuto todo lo vivido.
Pero no importan siglos o minutos:
también el tiempo de la estrella es tiempo,
gota de sangre o fuego: parpadeo.


II
Roza mi frente con sus manos frías
el río del pasado y sus memorias
huyen bajo mis párpados de piedra.
No se detiene nunca su carrera
y yo, desde mí mismo, lo despido.
¿Huye de mí el pasado?
¿Huyo con él y aquel que lo despide
es una sombra que me finge, hueca?
Quizá no es él quien huye: yo me alejo
y él no me sigue, ajeno, consumado.
Aquel que fui se queda en la ribera.
No me recuerda nunca ni me busca,
no me contempla ni despide:
contempla, busca a otro fugitivo.
Pero tampoco el otro lo recuerda.

III
No hay antes ni después. ¿Lo que viví
lo estoy viviendo todavía?
¡Lo que viví! ¿Fui acaso? Todo fluye:
lo que viví lo estoy muriendo todavía.
No tiene fin el tiempo: finge labios,
minutos, muerte, cielos, finge infiernos,
puertas que dan a nada y nadie cruza.
No hay fin, ni paraíso, ni domingo.
No nos espera Dios al fin de semana.
Duerme, no lo despiertan nuestros gritos.
Sólo el silencio lo despierta.
Cuando se calle todo y ya no canten
la sangre, los relojes, las estrellas,
Dios abrirá los ojos
y al reino de su nada volveremos.

Octavio Paz

Ilustración: Duy Huynhn

jueves, 16 de junio de 2016

En algún lugar que nunca recorrí

en algún lugar que nunca recorrí, felizmente más allá
de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu más frágil ademán hay cosas que me incluyen,
o que no puedo tocar porque están demasiado próximas;

tu más leve mirada fácilmente me abrirá
aunque haya cerrado las mías como dedos;
me abres siempre pétalo por pétalo como la Primavera abre
(tocando diestramente, misteriosamente) su primera rosa

o si deseas estar junto a mí, yo y mi vida
nos cerraremos hermosamente, súbitamente
como el corazón de esta flor cuando imagina
la nieve descendiendo minuciosamente en todas partes

nada de lo que percibiremos en este mundo iguala
el poder de tu intensa fragilidad: cuya textura
me impulsa con el color de sus regiones
devolviendo la muerte y para siempre con cada aliento

(no sé qué hay en ti que se cierra
y se abre; sólo algo en mí comprende
la voz de tus ojos más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas.

e. e. cummings
 
Ilustración: Duy Huynh

miércoles, 3 de febrero de 2016

Canción de amor de la joven loca

Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).

Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.

Soñé que me hechizabas en la cama
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).

Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de Satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.

Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente).

Sylvia Plath

Ilustración: Duy Huynh

jueves, 26 de noviembre de 2015

Probablemente alegría

En la isla a veces habitada de lo que somos, hay noches, mañanas y madrugadas en que no necesitamos morir. En ese momento sabemos todo lo que fue y será. El mundo se nos aparece explicado definitivamente y entra en nosotros una gran serenidad, y se dicen las palabras que la significan. Levantamos un puñado de tierra y la apretamos en las manos. Con dulzura. Allí está toda la verdad soportable: el contorno, la voluntad y los límites. Podemos en ese momento decir que somos libres, con la paz y con la sonrisa de quien se reconoce y viajó alrededor del mundo infatigable, porque mordió el alma hasta sus huesos. Liberemos sin apuro la tierra donde ocurren milagros como el agua, la piedra y la raíz. Cada uno de nosotros es en este momento la vida. Que eso nos baste.

José Saramago

Ilustración: Duy Huynh

jueves, 12 de marzo de 2015

Veleta

Viento del Sur,
moreno, ardiente,
llegas sobre mi carne,
trayéndome semilla
de brillantes
miradas, empapado
de azahares.


Pones roja la luna
y sollozantes
los álamos cautivos, pero vienes
¡demasiado tarde!
¡Ya he enrollado la noche de mi cuento
en el estante!

Sin ningún viento,
¡hazme caso!,
gira, corazón;
gira, corazón.

Aire del Norte,
¡oso blanco del viento!
Llegas sobre mi carne
tembloroso de auroras
boreales,
con tu capa de espectros
capitanes,
y riyéndote a gritos
del Dante.

¡Oh pulidor de estrellas!
Pero vienes
demasiado tarde.

Mi almario está musgoso
y he perdido la llave.

Sin ningún viento,
¡hazme caso!,
gira, corazón;
gira, corazón.

Brisas, gnomos y vientos
de ninguna parte.

Mosquitos de la rosa
de pétalos pirámides.

Alisios destetados
entre los rudos árboles,
flautas en la tormenta,
¡dejadme!

Tiene recias cadenas
mi recuerdo,
y está cautiva el ave
que dibuja con trinos
la tarde.

Las cosas que se van no vuelven nunca,
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos
es inútil quejarse.

¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
¡Es inútil quejarse!
Sin ningún viento.

¡hazme caso!
gira, corazón;
gira, corazón.

Federico García Lorca

Ilustración: Duy Huynh

sábado, 12 de julio de 2014

Asusta

Asusta que la flor se pase pronto.
Asusta querer mucho y que te quieran.
Asusta ver a un niño cara de hombre,
asusta que la noche…
que se tiemble por nada,
que se ría por nada asusta mucho.
Asusta que la paz por los jardines
asome sus orejas de colores,
asusta porque es mayo y es buen tiempo,
asusta por si pasas sobre todo,
asusta lo completo, lo posible,
la demasiada luz, la cobardía,
la gente que se casa, la tormenta.
los aires que se forman y la lluvia.
Los ruidos que en la noche nadie hace
–la silla vacía siempre cruje–,
asusta la maldad y la alegría,
el dolor, la serpiente, el mar, el libro,
asusta ser feliz, asusta el fuego,
sobrecoge la paz, se teme algo,
asusta todo trigo, todo pobre,
lo mejor no sentarse en una silla.

Gloria Fuertes


Ilustración: Duy Huynh

viernes, 3 de enero de 2014

El ángel bueno 2

Dentro del pecho se abren
corredores anchos, largos,
que sorben todas las mares.

Vidrieras,
que alumbran todas las calles.

Miradores,
que acercan todas las torres.
Ciudades deshabitadas
se pueblan, de pronto. Trenes
descarrilados, unidos
marchan.

Naufragios antiguos flotan.
La luz moja el pie en el agua.

¡Campanas!

Gira más de prisa el aire.
El mundo, con ser el mundo,
en la mano de un niña cabe.

¡Campanas!

Una carta del cielo bajó un ángel.
 

Rafael Alberti

Ilustración: Duy Huynh

martes, 3 de diciembre de 2013

Pleamar

Nada ansío de nada,
mientras dura el instante de eternidad que es todo,
cuando no quiero nada.


Oliverio Girondo

Ilustración: Duy Huynh

lunes, 2 de diciembre de 2013

Las Simples Cosas

Uno se despide
insensiblemente de pequeñas cosas.

Lo mismo que un árbol
que en tiempo de otoño se queda sin hojas.

Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas
esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.

Por eso muchacha no partas ahora soñando el regreso
que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demórate a ti, en la luz solar de este medio día
donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.

Por eso muchacha no partas ahora soñando el regreso
que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida...
 

Chavela Vargas

Ilustración: Duy Huynh