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martes, 25 de septiembre de 2018
Insomnio
La luna, en el espejo del tocador,
mira a un millón de millas
(y tal vez, con orgullo, hacia sí misma,
pero nunca, nunca sonríe)
de distancia, más allá del sueño, o
tal vez duerma de día.
Por el Universo desertado
le diría ella que se fuera al infierno,
y encontraría un cuerpo de agua
o un espejo en el cual habitar.
Envuelve entonces tu inquietud en telarañas
y arrójala al pozo
a ese mundo invertido
donde la izquierda es siempre la derecha,
donde las sombras son realmente el cuerpo,
donde pasamos en vela las noches
y los cielos son tan poco profundos
como profundo es ahora
el mar, y tú me amas.
Elizabeth Bishop
Ilustración: Milton Avery
martes, 30 de junio de 2015
Un arte
El arte de perder no es difícil de dominar;
muchas cosas parecen estar llenas de la intención
de ser perdidas, pero su pérdida no es una tragedia.
Perder algo cada día. Aceptar el aturdimiento
de perder las llaves de la puerta, la hora mal pasada.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Entonces, practica perdiendo cada vez más, perdiendo rápidamente
lugares y nombres, y lo que era importante para ti en un viaje.
Nada de esto provocará una tragedia.
Perdí el reloj de mi madre, y además, la última o penúltima
de las tres casas que más amaba se fueron.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Perdí dos ciudades, adorables y vastas.
Algunos reinos que tuve, dos ríos, un continente.
Los echo de menos, pero no ha sido una tragedia.
Hasta perderte a ti (la voz burlona, el gesto que amo),
no podría mentir.
Es evidente que el arte de perder no es difícil de dominar,
aunque pudiera parecer (¡escríbelo!) una tragedia.
Elizabeth Bishop
Ilustración: Reinhard Schmid
muchas cosas parecen estar llenas de la intención
de ser perdidas, pero su pérdida no es una tragedia.
Perder algo cada día. Aceptar el aturdimiento
de perder las llaves de la puerta, la hora mal pasada.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Entonces, practica perdiendo cada vez más, perdiendo rápidamente
lugares y nombres, y lo que era importante para ti en un viaje.
Nada de esto provocará una tragedia.
Perdí el reloj de mi madre, y además, la última o penúltima
de las tres casas que más amaba se fueron.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Perdí dos ciudades, adorables y vastas.
Algunos reinos que tuve, dos ríos, un continente.
Los echo de menos, pero no ha sido una tragedia.
Hasta perderte a ti (la voz burlona, el gesto que amo),
no podría mentir.
Es evidente que el arte de perder no es difícil de dominar,
aunque pudiera parecer (¡escríbelo!) una tragedia.
Elizabeth Bishop
Ilustración: Reinhard Schmid
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