¡Si mi sol brillara en la noche,
mientras todo cubierto de colores
duermo en mi cama de pinturas,
cuando tu pie en mi boca
me tortura, me ahoga!
Me despierto en la desesperación
de una jornada nueva,
de mis deseos aún no definidos,
aún no rozados por colores;
corro hacia arriba,
hacia mis pinceles secos,
y como Cristo soy crucificado,
con clavos apresado al caballete.
¿Estoy acabado?
¿Mi cuadro está concluido?
Todo brillo, todo fluye, todo corre.
¡Alto! Una pincelada más.
El color negro,
el rojo, el azul, se acomodan,
y eso me inquieta. . .
¡Oh, cómo me inquieta eso!
Escúchame, lecho fúnebre,
yerbajo seco,
amor desaparecido
nuevamente de regreso;
escúchame.
Marcho sobre tu alma,
sobre tu vientre
bebo el sobrante de tus años;
devoro tu luna,
el sueño de tu inocencia,
para convertirme en tu ángel
y nuevamente guardarte.
.
Marc Chagall.



